Que encontrada esta profesión nuestra, recién celebrado el
Día de la Enfermería, he sentido sentimientos opuestos. No soy de grandes
celebraciones ni propias, ni personales, ni manifestaciones artificiales de
Semana Grande, pero sí de disfrutar momentos enriquecedores, mágicos,
espontáneos, colectivos e íntimos.
Comenzaban unos colegas comentando que a ellos no les había
felicitado nadie, en una institución u organización se suele estilar felicitar
de manera generalizada bien a través de una nota corporativa, una invitación o
celebración ad hoc, etc…
Otros comenzamos con mensajes positivos en las redes
sociales, entre un mar de sketches, gifs, infografías, canciones, dedicatorias
más sencillas, reconocimientos FF y
otros hashtags. Por cierto, en esta menestra surgió una ola, que ya en otro
momento se dio en llamar #HealthyGIF, de
bailes asincrónicos con mayor o menor ritmo y con ímprobo éxito en clases de la
tan seguida modalidad “zumbera”. Este movimiento no vino a más que su propia
intención, amenizar el día con sentido del humor desde otra perspectiva que la
habitual. Al fin y al cabo, si somos los profesionales que más empatizamos, los
que aportamos en el día a día esa conexión con el paciente adulto, mayor, joven
o en edad infantil con ciencia, evidencia y buen humor… ¿por qué no mostrarlo?.
Otros además decidimos sumar haciendo reflexiones sobre la
conveniencia o no de celebraciones involutivas, prefiriendo obviamente, la
celebración como homenaje recordatorio a una profesión que evoluciona
adelantándose a los requerimientos sociales y que se posiciona firme delante de
los desatinos y ante las imposiciones que nos desestructuran.
Decidimos reflexionar al ritmo de Ring-ding-ding-ding-dingeringeding! Sobre una
profesión que sirve, y no servil, una profesión que evidencia e investiga y no de
obediencia descabal y desleal, de un histórico de aceite y melaza, a un futuro
prometedor desde el presente enfocado.
Pero hete aquí, que surgió el debate entre intervenciones en
muros y demás paneles efímeros, con apuestas
de las unas y las otras, posicionamientos de los unos y los otros, y luego
elenco de rendidos, desilusionados, arribistas, centrados, convencidos…y poseedores
de verdades personales y percepciones manifiestas. Y es cierto que es debate y
puesta en común, y de hecho y de paso sirve para pulsar el estado anímico,
actitudinal y también el tan denostado y regresivo principio de “mi verdad es
la verdad”. Una especie de alegato en conjunto a la adaptación sin remedio en
unos casos, de proyección a través de grietas insalvables en otros y también, cobardes intromisiones propias
de ofendiditos. Una discusión de un análisis aún incipiente pues en
ningún caso llegamos a la segunda parte de las reflexiones previas,
priorización, movimiento, planificación, despliegue…
Por ello propongo paréntesis y celebrar el Día de las
Enfermeras con un análisis situacional del momento y una recopilación de
necesidades y prioridades para transmitir competentemente y llevar a cabo en
las negociaciones con la profesión. Lo que somos, lo somos, con mayor atino o
desatino, lo que pretendemos también, pero lo que no queremos, debemos tenerlo presente
y previsto para no permitir que nos conviertan en peones de un tablero de
ajedrez.
Al fin y al cabo para poder emprender en algún sentido todo
aquello que anunciamos pero no queremos, hay que poner música, porque para
tener algo…no basta con desearlo con todas tus fuerzas hay que quererlo… y
querer, lleva implícito un primer movimiento, que hay que sostener con el
siguiente.
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Respeto y sentido, del común también