He decidido escribir una segunda parte, porque esas vivencias
que me transmiten no me son ajenas. Cada individuo, tiene sus propias
circunstancias, personales, su círculo familiar, de amigos…, pero me refería al
ámbito laboral y por eso creo que no son ajenas.
Cada una de esas situaciones, emana de la interacción entre
personas de la misma profesión, la nuestra, y de un contexto determinado. Un
contexto laboral, profesional, verticalizado donde los factores más comunes a
esas situaciones, son sentimientos, percepciones y objetivaciones de frustración,
indignación o pérdida de dignidad, desamparo, incapacidad para tomar
decisiones, afectación emocional, pérdida de estatus previo, adecuación
situacional y profesional forzosa, pérdida de derechos, pérdida y menoscabo de
la salud, pérdida del respeto, contraprestación descompensada etc… podría
parecer esto, un suplicante y plañidero testimonio de lo que directa o indirectamente,
ofrecen los escenarios actuales dentro de las organizaciones sanitarias, las
relaciones e interacción que en ella se establecen y la gestión frente a las
mismas.
Existe y se establece una exaltación del “yo puedo” frente a
todo lo que representa limitación profesional en forma de obstáculos, negativas
y otras formas torticeras de frenar, no solo el desarrollo de aptitudes y
capacidades sino también la sostenibilidad y mantenimiento de la motivación
personal. Una exaltación, que frente a los límites de la incomprensión,
desconocimiento e intereses de gestores “adaptados” y “situacionales” requiere
cuanto menos, sosiego en la viabilidad de planteamientos para que el “yo” no quede
herido.
Problemas graves los que describen, sobre una enfermedad común,
una epidemia, una plaga, es contagiosa, pasa inadvertida o vivida de manera
“cómplice”, salpica, deja secuelas, a veces mata poco a poco, lentamente, si
tienes seguro te puede cubrir aunque no siempre, depende de las “condiciones
firmadas”, si no tienes seguro, necesitarás muchas defensas, dependerás de tu
estado inmunológico y caerás en el desamparo, no hay antibiótico de última
generación, ni fármaco innovador, demasiados antígenos para débiles recuerdos
de vacuna. Algunos son vectores, muy mecánicos, que actúan transversal y
verticalmente, verdaderos artrópodos transportadores de patógenos, en un medio
inanimado y sin ánimas.
Es el norte, es el sur, es
el este y lejano oeste. Es la expresión, es el sentir, mi hermano extraño, mi
amiga fiel, es la real, la vida mísera, el entorno laboral, en el cuidado
descuidado, en la intemperie forzada, en ambientes permitidos, en la inequidad,
en la ansiedad, en el conflicto, en organizaciones enfermas de las que salir
huyendo. No son cuatro paredes, son tú y yo, nosotros y ellos, vosotros y los
que no estáis, los que fueron y los que serán, los que están, y son ellos. Tu
que lo compartes, tu que lo ves, tu que lo callas, tu que lo respaldas, tu que
lo amparas y a ti, que te culpas, te desanimas, sufres, enfermas, te repones,
desgastas y afrontas.
Somos, tú y yo. Y sabes, que... #OTRAFORMAESPOSIBLE
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