El
tabaquismo es uno de los grandes problemas mundiales de salud pública. Tanto la
exposición como el consumo de tabaco tienen graves consecuencias sobre la salud
individual como desencadenante de patologías y muerte prematura. En líneas
generales podemos decir que daña todo el cuerpo y resta unos 10 años de vida al
fumador habitual.
El
tabaquismo en cualquiera de sus formas activo o pasivo afecta no solo a la
salud de las personas, su economía, su bienestar, sus relaciones sociales y su
entorno ambiental, también, se ve afectado. De manera más global, y por incidir
en el impacto del consumo, algunas de las repercusiones alcanzan de manera
estratificada, no solo a la salud, también, al plano económico, social, sin
olvidar el daño al medio ambiente y la inversión en medidas para la
recuperación. Este
análisis de impacto ha de comenzar a considerarse de manera global con abordajes
integradores y a través de políticas multifocales; el impacto y la repercusión en
las poblaciones, las economías, la supervivencia, y la contaminación ambiental
puede ser determinante en el futuro según las estrategias y actuaciones,
comprendan dicho análisis.
Desde
un punto de vista económico, el impacto es considerado desde distintas ópticas.
El consumo impacta en la economía personal y/o familiar por el gasto fijo, pero
también hay que considerar que la pérdida en salud a consecuencia de las
enfermedades que produce el tabaquismo, la pérdida de calidad de vida, el cómo
impacta en el entorno familiar o apoyo social, y la muerte prematura, afectan
también a nivel poblacional y la economía de los países. La pérdida de productividad,
el sobrecoste en el mantenimiento de la calidad de vida, el derivado de la
atención en comorbilidad crónica, el cuidado, la asistencia socio-sanitaria y todos
sus procesos genera un sobrecosto cifrado en más de 7.700 millones de euros.
En
el mismo contexto, las enfermedades mentales y trastornos psíquicos
estrechamente relacionadas con el tabaco, suman al impacto social que este
ocasiona, no solo como factor predisponente o desencadenante de la conducta
tabáquica, sino que también, la adicción nicotínica es causa de ciertos
trastornos psiquiátricos. Se ha demostrado que la nicotina interacciona en
mecanismos neurobiológicos determinando la mayor o menor adicción, actuando
también como paliativo sintomático en la adicción y otros procesos como
ansiedad y depresión. El estigma, la exclusión social, el deterioro cognitivo e
invalidez de este tipo de enfermedades son clave para determinar también, el
impacto social. Así mismo, las nuevas conductas y formas de consumo, además de
la imagen asociada como consecuencia de la implementación de las políticas
restrictivas, son factores determinantes en el plano social.
Los
problemas de salud y psicosociales de la población vienen determinados por las
distintas políticas establecidas en cada país. El diseño y aplicación del
conjunto de políticas económicas, sociales y sanitarias, determinan o limitan la
distribución y alcance de los recursos, afectando y condicionando el acceso a
los servicios, generando desigualdades y, por tanto, afectando a la salud de la
población.
La
prevalencia del consumo de tabaco está relacionada con las desigualdades
presentes, en entornos sociales concretos, la calidad de vida, el estado de
salud, la discapacidad, la edad, el género, etc.… Todas estas variables
influyen sobre otros determinantes, como son los psicosociales y finalmente
entre ellas se retroalimentan. En definitiva, el consumo de tabaco puede
describirse como el resultado de la suma de interferencias, condicionantes o
determinantes individuales, socioeconómicos y culturales, y su consumo y adicción
como un agente que genera o contribuye a aumentar las desigualdades sociales. Efectivamente,
fumar también afecta y contribuye a las desigualdades en salud, y la reducción
de éstas, sigue siendo un objetivo clave de las políticas públicas mundiales y
locales.
Inicialmente, las estrategias de reducción de riesgos se
plantearon en el ámbito de la práctica clínica, como una medida para reducir
las enfermedades asociadas al consumo de cigarrillos o como un paso intermedio
para lograr la abstinencia definitiva. Más tarde el primer tratado internacional
en la historia de la Salud Pública, el Convenio Marco para el Control del
Tabaco diseñó un marco sólido para que los países orientaran sus esfuerzos por
controlar su consumo, especialmente en relación con los impuestos sobre sus
productos, la protección contra la exposición involuntaria al humo de tabaco,
la puesta en práctica de medidas enérgicas contra el contrabando y la
prohibición de ventas a menores. Se espera que el CMCT continúe y en el futuro se
avance con la negociación de protocolos que contengan obligaciones sustantivas
detalladas en áreas específicas.
En
España, la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al
tabaquismo que regula la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de
los productos del tabaco, y su posterior modificación, Ley
42/2010 han propiciado un importante avance en las políticas de control del
tabaco, ostentando buenas posiciones en el ránking de países que mejor han
implementado las políticas y medidas de control.
Sin
embargo, aún se necesitan esfuerzos en el desarrollo e implementación de
medidas de control avaladas por evidencia y recomendaciones, y suplir, la aún, indiferencia
o permisividad, por la concienciación amplificada a todos los sectores políticos,
sectores de la población e incluso a los profesionales sanitarios para que
mantengan el compromiso con el control y la prevención, de manera constante y
homogénea.
Este
marco previo sobre aspectos socioeconómicos y otros determinantes, si bien ya
ha sido identificado, no ha marcado aún de manera definitiva estrategias o
políticas comunes entre los distintos sectores, y mucho menos contempladas como
activadoras de planes específicos para el control de la prevalencia y
prevención del tabaquismo desde el plano de las desigualdades. Por ello, se
hace necesario trabajar en la identificación de características de los
distintos grupos sociales, diferencias, entorno, condiciones, comportamiento y
evolución. Desde esa perspectiva, introducir factores de corrección que
garanticen la equidad en aspectos como la atención y accesibilidad generaría políticas,
estrategias y programas más justos y efectivos, no solo para el control de la
prevalencia, también para la mejora de las medidas de prevención.
La
22ª Convocatoria Nacional de Proyectos de Investigación Enfermería organizada
por el Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla (IDIVAL) y en
colaboración con Fundación Caja Cantabria otorgó el “Mejor Proyecto a
desarrollar en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla” al proyecto “Identificación y análisis de factores
determinantes sociales y económicos en consumo y cesación de tabaco en
población derivada a una Unidad especializada de Deshabituación Tabáquica
(UDESTA), Servicio Cántabro de Salud”.
El objetivo de este estudio explora la población derivada a una unidad especializada a través de criterios específicos de derivación como son, personas fumadoras que ya han realizado varios intentos para dejar de fumar, aquellos que presenten comorbilidad psiquiátrica, personas fumadoras con patologías con alto riesgo vital, mujeres fumadoras en situación de embarazo o lactancia y también profesionales sanitarios. Este perfil poblacional será estudiado para analizar si existen diferencias de carácter social, económico y cultural significativas, la relación entre ellas, así como el comportamiento en el proceso de la cesación o recaída tras el tratamiento intensivo para lograr la cesación.
Zulema Gancedo, Máster en Tabaquismo. Subdirección de
Cuidados, Servicio Cántabro de Salud.