Hace unos días en un diario de gran difusión en el
Principado de Asturias, y noveno de información en el país, se publicaba el
artículo “Una sofisticada campaña de
desprestigio” firmado por Pilar Rubiera. La periodista desmenuza de manera
sintética el caso del reconocido
científico Carlos López-Otín y devuelve a la ciudadanía el derecho a la
información, “Los ciudadanos tienen derecho a saber la verdad de un acoso cruel
contra López-Otín que todavía no ha cesado.” Ciertamente, la prensa
tiene como objetivo informar y los periodistas transmitir con justicia,
objetividad y honestidad, tres factores que deben incluirse en cada historia o
noticia contada.
Para los profanos en el ámbito de la Investigación en Salud,
Bioquímica o Biología Molecular, Carlos López Otín, natural de Huesca y
ovetense de adopción, es el científico más destacado de Asturias, catedrático
de la Universidad de Oviedo y uno de los más citados del mundo en su campo de
investigación. Sus más de cuatrocientos artículos científicos sobre
descubrimientos acerca del cáncer, enfermedades hereditarias y envejecimiento
le avalan como referente científico mundial. Este hecho ya fue vaticinado por Severo
Ochoa, Nobel de Fisiología y Medicina (1959) quien le auguró hace más de
treinta años un futuro prolífico de descubrimientos y beneficios para la
universidad que le acogía en aquel momento, para la sociedad, y en definitiva
para la humanidad. Y así ha sido, el gran impacto que sus investigaciones han
generado en el análisis de los secretos moleculares descifrando genomas del
cáncer, enfermedades hereditarias, y envejecimiento, ha supuesto grandes
avances científicos, “hoy es más fácil sobrevivir al cáncer que sucumbir ante
él”, admitiendo también que ante el aumento de esperanza de vida, “lo milagroso
es no tener cáncer”.
Una brillantez personal y profesional dedicada a la
investigación desde una mirada muy humana y vocación social, sin embargo el
bagaje y prestigio adquirido ha supuesto en su entorno laboral, un hándicap difícil
de gestionar para quienes aspiraban a reconocimientos académicos y científicos,
una guerra de competitividad, egos y reputaciones profesionales. López Otín fue
sometido a una, ahora inmerecida e injusta, campaña de descrédito respecto a
algunas de sus investigaciones, una estrategia de “acoso personal y
profesional” para desprestigiar su reconocida carrera científica a nivel
mundial y sumado a un mediático y asfixiante bochorno que le condujo a una
crisis existencial profunda, por la que llegó incluso, a pensar en el suicidio…
Varios investigadores le han pedido perdón públicamente,
incluidos quienes desde las redes sociales a través de un blog científico de crítica
sobre artículos, amplificaron los cuestionamientos sobre sus trabajos, dando
pie a semejante escarnio.
El profesor Otín decidió encarar esta situación finalmente
ante una circunstancia concreta tras años de acoso crónico, asunto que según
los observadores fue tratado con diligencia y con ello algunas infracciones
detectadas consideradas prescritas. El caso, que sigo desde hace un tiempo, ha
generado mucha exposición pública, permitiendo especulaciones, prejuicios,
dudas y descrédito, algo terriblemente difícil de recomponer. Finalmente,
alejado de la actividad científica volvió hace unos tres años con una trilogía
escrita narrando su experiencia y sabiduría e impulsado por esta terrible
experiencia, un propósito vital sobre la búsqueda de la felicidad y con la que
invita a todos a ser felices, tras haber conseguido sobrevivir.
Siempre es la misma historia, distintos contextos, pero
mismos elementos, una víctima brillante y/o vulnerable en un algún campo o
esfera personal y un perpetrador o varios, que suman adeptos “tejiendo” y
contaminando. Estos últimos, generalmente suelen ser personas incompetentes
gestionando la envidia compulsiva, incapaces de reconocer y aceptar sus
imperfecciones, y por supuesto, desconociendo la capacidad de admirar a los
demás. Suelen vivir enmascarados en su entorno con “imagen” de normalidad,
protegidos por su posición y muy volcados en un único fin, hacer daño al
prójimo sin tener en cuenta principios y valores, ni por supuesto, las
consecuencias.
El acoso laboral es
una lacra para aquellas instituciones, organizaciones y empresas que sostienen mecanismos
y sistemas de disposiciones y estructuras duraderas, “de una manera de ser”, de
una tendencia, una propensión, adquiridos de manera colectiva y acorde a un
sistema de relaciones y posiciones, lo que hemos dado en determinar, “habitus
colectivo” con manifestaciones individuales, dentro de un “hábitat”
de especies disfuncionales que recriminalizan y revictimizan al acosado
reiteradamente, especies que ostentan el poder formal, informal o simplemente
ejecutores. El instigador no siempre es el hostigador.
Un asunto complejo
y cotidiano, demasiado…, ¿quién no ha sufrido acoso en mayor o menor medida en
propia carne o cerca, un tiempo…o media vida?
Según los expertos,
una experiencia de acoso sostenido en el tiempo, deja los mismos síntomas que dejan
una violación o un conflicto armado, y es que además de incumplimiento
en materia de prevención sobre riesgos laborales, hay otro hecho importante,
las entidades pierden…dinero, a los mejores trabajadores y, la oportunidad de
ser excelentes.