domingo, 15 de diciembre de 2024

Crisis de gestión sanitaria

 

Hace unos días la televisión ofrecía un reportaje desalentador sobre la situación de las urgencias en varios hospitales de distintas comunidades: virus respiratorios, colapso, pico horario, saturación, prioridad urgente, esperas y demoras, bloqueos, y qué condiciones de espera… por otro lado, las diferentes huelgas de médicos y enfermeras que se han ido sucediendo en las distintas comunidades «por el deterioro» de la Atención Primaria, por los puntos de atención urgente y la escasez de éstos, han sido noticia con mayor o menor intensidad, dependiendo de qué comunidad. Ya se ha aludido a la escasez en otras ocasiones por la falta de previsión organizada, la justa y necesaria para la atención correcta; la precariedad de empleo y los sistemas de contratación que la administración sostiene; y a más condimento, otros aspectos como la lista de espera quirúrgica que nunca deja de ser lista, ni de espera desesperada, y que ni los alargamientos de jornada, ni el discutido sistema de 'peonadas' han solventado a lo largo de décadas… O cómo el tiempo de 'cola' para una primera cita de algunas especialidades médicas se sitúa por encima de los 11 meses, una cuestión a analizar ya que el ciudadano 'asume' esto cuando, sin embargo, en el consultorio o centro de salud exige ser visto en el día, y en hora. También, esos subprocesos multidisciplinares interrumpidos entre, y por unos profesionales y otros, que mantienen la incertidumbre del paciente, cuando su realidad es única y es obligado a procesar como diferentes advenimientos resultando en experiencias no satisfactorias y perjuicio para su salud en ocasiones.

Sin profundizar más allá de lo expuesto, la manida crisis de sistema sanitario, crisis de profesionales y crisis de modelo, parece navegar sin control. Un modelo de éxito en decadencia manifiesta en la que la continua insatisfacción, y la exigencia de profesionales y usuarios en un orden u otro, parece contradecir el éxito alcanzado mientras implementábamos mejoras hacia la cobertura sanitaria universal, moderna, avanzada y accesible, léase el nivel alcanzado en trasplantes, en terapias contra el cáncer, pruebas diagnósticas y otras mejoras en procesos clínicos.

La salud efectivamente es una cuestión política, es un derecho que queda establecido a través de la ley, y a los poderes públicos corresponde organizar y administrar, a través de gestores y mandos, y sabemos también que los periodos ciclotímicos en política interfieren el avance de iniciativas y proyectos de largo alcance y que ello impide consolidar políticas de continuidad en salud.

Hoy más que nunca los foros de debate y opinión, redes sociales y prensa, dan la oportunidad de expresar diferentes posiciones, criterios y soluciones extraídos de los manuales de gestión. En este sentido, algunos profesionales de la salud, de la medicina en general, gestores clínicos o representantes sindicales, agentes sociales… nos hacen llegar alternativas de mejora con propuestas y opciones de cambio de modelo, de procesos y de atención. También sobre inversión en salud o donde crean que hay que invertir, aunque sabemos que bien diferente es la necesidad de la expectativa, o los deseos y ambiciones frente a la eficiencia con base epidemiológica y recursos económicos.

En el conjunto de esas propuestas siempre se echa de menos la visión integradora del sistema, de los equipos de profesionales, de los procesos a través de la multidisciplinariedad, el factor relacional, el ámbito competitivo, el objeto de negocio, la aportación de valor, las necesidades del paciente, su opinión, y cómo resolver sus problemas clínicos, de supervivencia, de seguridad y calidad de vida, de su conocimiento en salud y de su autonomía. De eficacia y eficiencia, de responsabilidad y transparencia, de sistema, y sistema público. Por esto, la horda de intenciones y propuestas quedan en meras opiniones, lejos de una potencial reconstrucción, y a falta de pronunciar valientemente compromiso, responsabilidad profesional y rendición de cuentas, elementos clave para un sistema público.

La deriva de la demanda, el número de visitas, la actividad sin resultados medidos, la continuidad infinita, la fractura de los ámbitos de intervención y relación, Atención Primaria-Hospital, mantener el foco de la inversión actual en el segundo elemento, y no reconocer de manera natural la obligada y necesaria participación de las enfermeras en la redefinición y proceso de mejora, es mantener la sobrecarga de errores cometidos en la última trayectoria de nuestro sistema. Este es el verdadero drama, la sobrecarga de errores en las actuaciones al gestionar la sanidad favoreciendo el agotamiento del sistema.

Y es que (hoy) gestionar-administrar un hospital y que cuadren las cuentas, o un servicio, donde no se rinden cuentas, o llevar a cabo con más o menos éxito o 'efecto' propuestas que favorecen un entorno de interés o, a un número determinado de profesionales, tiene que ver con gestionar la sanidad. Eso implicaría conocer el sistema, marcar un rumbo concreto sobre el análisis de necesidades poblacionales marcadas por el control de la comorbilidad, por la promoción y prevención, por el reto demográfico actual y su contexto socioeconómico, por los nuevos modelos sociales, los diferentes retos profesionales y las necesidades de organización y cobertura con respecto a lo anterior y su financiación 'ad hoc'.

 

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