domingo, 15 de diciembre de 2024

Fumarse un puro

 

Puede ser que la sobrecarga del contexto político actual, amenizado por las recientes elecciones 28M, haya restado interés a las cuestiones importantes del ámbito y área de la salud, y ello preocupa. Si bien es cierto que las estrategias y las decisiones tomadas en salud suelen estar en cierta medida relacionadas con 'prioridades' políticas, no es menos cierto que los programas de prevención y promoción de la salud (menos 'vistosa' e impactante para el ciudadano) queden relegados a otro orden de 'prioridades'. Es por ello, que los programas o acciones en prevención y promoción que son llevadas a cabo por los profesionales a veces queden huérfanos, sin suficiente respaldo institucional o sin recursos para el mantenimiento, dotación y continuidad, en definitiva, para la sostenibilidad y eficiencia de los mismos.

Hay varios ejemplos al caso y de calado, pero en este reciente 31 de mayo, Día Mundial Sin Tabaco, el impacto institucional en nuestro entorno y, hacia organizaciones, ciudadanos y población en general ha sido testimonial y de bajo efecto. Más operativo y con impacto para la población, aquello que se ha realizado en algunos ámbitos asistenciales gracias a los profesionales implicados (no de escaparate como en otros). Cada 31M conviene recordar: los riesgos que suponen el consumo de tabaco para la salud; el deber de continuar con el amplio abanico de políticas eficaces y recogidas en el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, un tratado que reafirma el derecho de todas las personas al máximo nivel de salud posible; y la validación, una vez más, del compromiso político adquirido por parte de los gobiernos, nacionales y regionales, para adoptar, mantener y evolucionar cuantas medidas sean necesarias para reducir el consumo y mejorar la salud de la población.

Se ha demostrado que las políticas y el dinamismo frente al tabaco determinan el consumo, las economías y la mejora de la salud, entre otros, pero no es suficiente.

El consumo de tabaco, sigue siendo la principal causa de muerte prematura evitable en nuestro país; más de 50.000 muertes al año provocadas por distintas enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco, nicotina y exposición al humo (cardiovasculares, epoc, hipertensión, diabetes…, y hasta 20 tipos de cáncer). Enfermedades que limitan y merman progresivamente la calidad de vida llegando a causar limitación, invalidez y muerte. Y que representan también, un alto impacto y coste económico para la familia, la sociedad, y para nuestro sistema sanitario. 140 muertes al día en nuestro país, ¿podríamos pensar en un avión con 140 viajeros que se estrella cada día?

Quizás al lector le sorprenda aún más conocer que la pandemia de tabaquismo en el mundo se cobró más vidas en el periodo 2020-2021 que el propio covid 19.

Y es que, la salud es intervención en educación para la salud, es promoción y prevención, es autocuidado, es evitar enfermar en lo posible y por aquello que tenga que ver con la exposición a riesgos o hábitos no saludables. Casi la mitad de todas las muertes por cáncer en Europa podrían evitarse si todo el mundo siguiese las 12 recomendaciones del Código Europeo Contra el Cáncer. Acciones que los ciudadanos pueden hacer o realizar por ellos mismos o por sus familias para prevenir y reducir la aparición de cáncer. Más, son los gobiernos y sus políticas quienes han de dar apoyo y respaldar dichas acciones.

Por tanto, impulsar políticas de promoción de la salud y prevención en tabaquismo ha de ser un compromiso político prioritario, activo y continuado. Debemos promover y apoyar la cesación y avanzar sobre medidas que eviten el enorme e innecesario sufrimiento, el coste económico y social, el impacto medioambiental y las muertes que se producen cada año.

Conseguir que el consumo de tabaco sea residual es un objetivo digno para la sociedad.

 

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